AURA
Carlos Fuentes
1962
¿Quién
no leyó Aura como asignación de la clase de Español o Literatura en la
escuela?, no sé los chicos de ahora, pero gente de mi generación y
anteriores sí que lo hicimos. Una tarde aburrida de domingo, decidí
releer Aura, el gran clásico de Fuentes pero ahora, con mi visión de
adulta.
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La
romántica, misteriosa, vieja y achacosa Ciudad de México de los años
sesentas, una atmósfera ambivalente, los ruidos de la calle, siempre
bulliciosa, siempre viva, contrastan con lo que sucede al traspasar el
umbral de una vivienda, de esas tantas que hay en la ciudad, y de
pronto, con un sólo paso, todo se vuelve callado, oscuro, húmedo, y en
medio de todo ese sombrío ambiente, se esconde un secreto, un
sentimiento.
Carlos
Fuentes con mucha maestría, nos convierte en Felipe el protagonista,
sí, y digo que nos convierte porque el autor nos lleva a través de Aura
como si quien leyera la estuviera viviendo en carne propia. Se perciben
los olores, las sombras, el ambiente, se siente el amor, la añoranza, el
tacto.
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Aura es eso, es esa fantasía que se basa en una realidad posible e imposible a la vez, Aura es vida y muerte, amor y juventud.
Dense
la oportunidad de leer Aura otra vez, ahora con la tranquilidad de que
no habrá ningún profesor pidiendo que llenen un cuestionario con los
detalles. Sientan la narrativa tan tridimensional, sientan cómo viven
esa fantasía casi a flor de piel. Se darán cuenta que realmente no han
leído Aura, aunque así lo hubiesen creído.
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